¡ Mora de la morería !... ¡ Mora que a mi lado moras !... ¡ Mora que ligó sus horas a la triste suerte mía !... ¡ Mora que a mis plantas lloras porque a tu pecho desgarro !... ¡ Alma de temple bizarro !... ¡ Corazón de cimitarra !... ¡ Flor más bella del Darro y orgullo de la Alpujarra !... ¡ Mora en otro tiempo atlética y hoy enfermiza y escuálida, a quien la pasión frenética trocó de hermosa crisálida en mariposa sintética !... ¡ Mora digna de mi amor pero a quien no puedo amar, porque un hálito traidor heló en mi pecho la flor aun antes de perfumar !... Deja de estar en hinojos. Cese tu amarga congoja, seca tus rasgados ojos y déjame que te acoja en mis brazos, sin enojos. No celes, que no es razón celar, del que por su suerte en una triste ocasión por escapar de la muerte dejó en prenda el corazón. No celes del desgraciado que sin merecer reproche fue vilmente traicionado y cambióse en medianoche por no ser emparedado. Ni a tí ni a nadie he de amar. Déjame a solas pensar sentado en aqueste ripio, sin querer participar del dolor que participio. Déjame con mi revés: Si quieres besarme, bésame, consiento por esta vez, pero déjame después. Déjame, Azofaifa, déjame. Muñoz Seca "La Venganza de Don Mendo"