CRITICA DE MUSICA
Esclarecidos
Local: Bikini
Fecha: 28 de noviembre
JORDI BIANCIOTTO
Cristina Lliso canta Tucán con esa lejanía emocional que, de tan nórdica, conmueve. Es decir, como siempre lo ha hecho. La diferencia es que, a sus espaldas, una maquinaria implacable torpedea su mensaje imponiendo un nuevo orden. ¿Tortoise?, ¿Tricky? Quizá, pero también King Crimson.
Resulta que, en su intento de buscar la contemporaneidad --su sonido de siempre se había quedado anticuado, dicen--, al grupo madrileño le delata claramente su admiración por Robert Fripp y Brian Eno, de quien, por cierto, rescatan una fluida versión de I'll come running. Y así, la preciosa Cielo se ha convertido en una barbaridad de tintes metálicos coronada por unas guitarras deudoras de Cream y Free, mientras No quiero o Un instante imponen unas texturas apocalípticas que, aunque pasman, pueden resultar algo lastradas por referencias del pasado.
El avance de la nueva y arriesgada apuesta de Esclarecidos hay que buscarlo, pues, en la lectura minimalista de Un agujero en el cielo, o en las reivenciones sugerentes, salpicadas de interferencias industriales, de Avestruz y No hay nada como tú, donde Suso Saiz ejerce de eficiente terrorista sonoro desde las profundidades de ese paisaje escénico plagado de luces blancas y azules.
Esclarecidos han brindado, es cierto, una puesta en escena extremista, donde el material de su rotundo La fuerza de los débiles y la radicalización de temas antiguos colisiona con la sutileza de Arponera --el único corte que el grupo se resiste a intoxicar con nuevos arreglos-- y con el recuerdo de la ausente La mala rosa. Pero sus experimentos de laboratorio podrían ir más lejos, y afectar a los cimientos de su método de trabajo, no sólo a la forma. Ese paisaje aún por perfilar no oculta, sin embargo, el capital estrictamente compositivo del grupo, disfrutable en la mejor pieza reciente de la noche, En algún desierto.
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